Increible!!
Eso me recuerda a otra anécdota de otro hallazgo en Calatrava la Vieja que hizo un profe mío de la Autonoma.
Imaginaros un día de lluvia en Qalat Ribat (El castillo del Ribat o eremitorio de monjes-guerreros sufíes), hay barro por doquier y grandes charcos al lado del foso. Tropas castellanas se aprestan a cruzar el foso usando máquinas de guerra y escalas de madera.
Los morabitos almorávides se defienden como pueden a uñas y dientes.
Una escala llega hasta arriba con un grupo de castellanos. Uno de ellos llega hasta las almenas lanza en mano.
De repente tres flechas almorávides se clavan en su abdomen y el pobre guerrero cae a uno de los charcos embarrados desde una altura equivalente a dos pisos actuales cerca del muro del Ribat.
Allí en el suelo el pobre flecheado, lanza en mano, se hunde por el peso de su cota de malla, sin posibilidad de auxilio, absorbido por las arenas movedizas del charco. Nadie se percata de él en el fragor de la batalla.
Años despues, el suelo se asienta cuando se decide ampliar la fortaleza ya en manos cristianas.
Siglos después, a finales del XX, bajo una gruesa capa de barro solidificado y casi fósil, un esqueleto es descubierto en unas excavaciones. Aún lleva dentro de su cuerpo las tres puntas de flecha y las dos manos sujetando lo que fue el asta de la lanza.
Curiosamente, no se descubrió ningun esqueleto mas por lo que se supone fueron trasladados a otro lugar o bien, ya conquistado el castillo por los cristianos, fueron enterrados dentro del castillo. Pero del buen guerrero nadie se acordó, hasta... ahora.