Ocurrió durante el asedio a Sevilla, que llego un joven infanzón que traía las mismas armas que el famoso caballero D. Garci Pérez de Vargas.
Cuando este volvía de una escaramuza con las tropas sevillanas, vio el joven infanzón que traía D. Garci Pérez las armas del escudo muy dañadas y sufridas, y burlándose quejo se públicamente del descuido con que aquel caballero cuidaba y tria las mismas armas que la de su linaje, llego esto a los oídos del D. Garci Pérez, pero sabiendo de la juventud de aquel, prefirió hacer caso omiso de aquella afrenta .
Otro día en que las tropas castellanas atacaban las puertas del castillo de Triana, coincidió que infanzón y caballero se encontraban en la misma atacada, y sucedió que viendo los moros de Sevilla la posibilidad de contraatacar, salieron en multitud por otra puerta y pusieron en grave peligro a las tropas castellanas. Al verse en desventaja los castellanos, muchos emprendieron la huida y entre ellos el joven infanzón, D. Garci Pérez de Vargas y los suyos hicieron frente al contraataque, y tras mucho esfuerzo y cruenta batalla, hicieron refugiarse a los moros otra vez en el castillo.
A su regreso, habiendo salvado a las tropas castellanas de una carnicería segura, fueron vitoreados en el campamento por todos, al pasar el caballero con su escudo hecho trizas por el duro combate junto al joven infanzón, se paro, y mirándolo de arriba abajo le dijo: “Así cuidan sus armas los nobles de mi linaje” el joven infanzón con su escudo nuevo y la vergüenza en su cara, se retiró y nunca más volvió a hablarse de él durante todo el tiempo que duro el largo asedio a la noble ciudad de Sevilla.
*Traen las armas de D. Garci Pérez de Vargas, sobre campo de plata (blanco), tres franjas de ondas en azur (azul).